En la Universidad de Innsbruck, Innsbruck, Austria, se ha investigado cómo el estrés crónico acelera el envejecimiento del sistema inmunitario y su relación con la depresión. Tradicionalmente, la depresión se ha diagnosticado basándose en síntomas autoinformados; sin embargo, se carece de biomarcadores clínicos fiables. Los investigadores han explorado nuevos biomarcadores potenciales en estudios en curso. Recientemente presentaron sus hallazgos en el Congreso Alemán de Medicina Psicosomática y Psicoterapia, celebrado en Berlín en marzo de 2025, durante la sesión titulada "Estrés y Envejecimiento: ¿Una Base Biológica de los Síntomas de Trauma y Depresión?".“El estrés crónico afecta al sistema inmunológico acelerando su envejecimiento”, destacando las importantes implicaciones del estudio.
Las propiedades tóxicas moleculares del estrés crónico promueven estos procesos, entre ellos:
- Cambios en la reactividad al estrés, como la disminución de la sensibilidad de los receptores de cortisol.
- Aumento de la inflamación, en particular de bajo grado, causada por una hiperactividad crónica del sistema inmunológico innato, en particular cuando se sufre un trauma en una etapa temprana de la vida.
- El estrés oxidativo produce un aumento de la producción de radicales libres debido a la inflamación, que daña las células.
- La función mitocondrial reducida conduce a menos energía disponible para los procesos de reparación y regeneración.
- Acortamiento acelerado de los telómeros debido al aumento del estrés oxidativo y la inflamación.
Los telómeros, que son las tapas protectoras de los cromosomas, se acortan durante la división celular. El estrés acelera este proceso. Cuando la longitud de los telómeros cae por debajo de un umbral crítico, se produce la muerte celular y la senescencia. Las células senescentes no pueden dividirse, pero continúan secretando moléculas de señalización proinflamatoria. El acortamiento acelerado de los telómeros se ha relacionado con una vida más corta y diversas enfermedades, como la enfermedad de las arterias coronarias, la aterosclerosis, la diabetes tipo 2, las enfermedades autoinmunes y los trastornos mentales, como la depresión.
En estudios que examinan cómo el estrés contribuye al riesgo de enfermedad, los investigadores a menudo miden la longitud de los telómeros en las células mononucleares de sangre periférica. Si el envejecimiento de los leucocitos y la longitud de los telómeros están asociados con la depresión, podrían servir como biomarcadores potenciales, ayudando a la identificación de la depresión a través de parámetros físicos. Para identificar estos biomarcadores, los investigadores analizaron muestras de sangre de 22 pacientes diagnosticados con depresión, todos ellos hospitalizados. Mujeres de la misma edad sin depresión, con una edad promedio de 58 años, sirvieron como control. La gravedad de la depresión se midió mediante el Inventario de Depresión de Beck II, y el estrés traumático se evaluó mediante el Inventario de Trauma de Essen. Se aislaron muestras de sangre para medir la longitud de los telómeros, y el suero se utilizó para análisis ómicos mediante espectrometría de masas para generar los perfiles bioquímicos. En total, se identificaron 682 metabolitos y se evaluó su asociación con la depresión y la longitud de los telómeros.
Estudios posteriores se centraron en el gliceraldehído, revelando que sus niveles sanguíneos se correlacionaban significativamente con la gravedad de la depresión y el trauma, así como con el marcador inflamatorio proteína C reactiva, que suele estar elevado en pacientes con depresión. Cabe destacar que niveles más altos de gliceraldehído se asociaron con telómeros más cortos, especialmente en las células CD8+. Estos hallazgos se mantuvieron significativos incluso después de ajustar por edad e índice de masa corporal.
El gliceraldehído es un monosacárido triosa y un intermediario en el metabolismo de los carbohidratos. Esta molécula altamente reactiva puede modificar y unirse a las proteínas, lo que resulta en la formación de productos finales de glicación avanzada. Las proteínas modificadas con gliceraldehído ejercen efectos citotóxicos al reducir los niveles de glutatión, lo que protege a las células del daño y conduce a la producción de especies reactivas de oxígeno, promoviendo así las respuestas inflamatorias. Éstos son los procesos que afectan negativamente la longitud de los telómeros. El gliceraldehído, junto con otros marcadores, podría servir como biomarcador para un subtipo de depresión vinculado a la activación del sistema inmunológico. El estudio también sugirió que un nivel de proteína C reactiva ligeramente elevado por encima de 1 mg/L puede no siempre indicar una infección, sino que podría reflejar una inflamación crónica de bajo grado. Esto daría a los médicos una opción de prueba para determinar si esta forma de depresión está presente.
Para validar estos resultados, el estudio requiere la duplicación en una cohorte más grande con un diseño longitudinal, un rango de edad más amplio e inclusión de ambos sexos. Se requieren más investigaciones para comprender mejor los mecanismos que vinculan el gliceraldehído con la depresión, el trauma y la biología de los telómeros. Si disponemos de múltiples biomarcadores en el futuro, no sólo podremos mejorar la detección de los trastornos depresivos, sino también adaptar mejor el tratamiento.