La creciente epidemia de adicción a los alimentos ultraprocesados

Salud

  • viernes, 15 de noviembre de 2024

Algunos alimentos tienen más probabilidades de desencadenar adicciones que otros

En las últimas décadas, los investigadores han vinculado a las bebidas y alimentos ultraprocesados, vinculándolos con varias enfermedades crónicas y condiciones adversas para la salud. Sin embargo, incluso a medida que aumentaba esta evidencia, estos alimentos se han vuelto cada vez más prominentes en las dietas a nivel mundial.

Estudios recientes están desvelando por qué reducir el consumo de alimentos ultraprocesados puede ser tan difícil. En su capacidad para alimentar antojos intensos, pérdida de control e incluso síntomas de abstinencia, los alimentos ultraprocesados parecen ser tan capaces de desencadenar adicción como los culpables tradicionales como el tabaco y el alcohol.  Esto ha impulsado los esfuerzos para comprender mejor la naturaleza adictiva de estos alimentos e identificar estrategias para combatirla. Algunos alimentos tienen más probabilidades de desencadenar adicciones que otros. Por ejemplo, en nuestros estudios, los participantes mencionan con frecuencia el chocolate, la pizza, las patatas fritas y los refrescos como algunos de los alimentos más adictivos. Lo que todos estos alimentos tienen en común es la capacidad de aportar altas dosis de carbohidratos refinados, grasas o sal en niveles superiores a los que se encuentran en los alimentos naturales (por ejemplo, frutas, verduras, legumbres). Además, los alimentos ultraprocesados se producen industrialmente mediante un proceso que se basa en el uso intensivo de potenciadores del sabor y aditivos, así como de conservantes y envases que los hacen no perecederos. Esto ha conseguido alimentos baratos, accesibles y muy gratificantes que nuestros cerebros no están bien equipados para resistir.

Para mejorar esa adicción,la industria alimentaria a menudo emplea estrategias que recuerdan a las grandes tabacaleras. Modifican los alimentos para alcanzar nuestros "puntos de felicidad", maximizando el antojo y fomentando la lealtad a la marca desde una edad temprana. Esta modificación del producto, sumada a un marketing agresivo, hace que estos alimentos sean atractivos y aparentemente omnipresentes.

La adicción a los alimentos ultraprocesados es más común de lo que se piensa.

Según la Yale Food Addiction Scale (una escala que utiliza los mismos criterios para diagnosticar trastornos por consumo de sustancias para evaluar la adicción a los alimentos ultraprocesados, UPFA por sus siglas en inglés), aproximadamente 14 % de las personas adultas y 12 % de las infancias muestran signos clínicamente significativos de adicción a dichos alimentos. Esto es bastante similar a las tasas de adicción entre personas adultas a sustancias legales como el alcohol y el tabaco.  Las investigaciones han demostrado que las conductas y los mecanismos cerebrales que contribuyen a los trastornos adictivos, como los antojos y la impulsividad, también se aplican a la adicción a los alimentos ultraprocesados.

Numerosos estudios han descubierto que las personas que presentan adicción a estos alimentos tienen problemas de salud mental y física más graves. Por ejemplo, la adicción a los alimentos ultraprocesados se asocia con tasas más altas de enfermedades relacionadas con la dieta (como la diabetes tipo 2), mayores problemas de salud mental en general y peores resultados en los tratamientos para bajar de peso. A pesar de la creciente comprensión de la relevancia de la adicción a los alimentos ultraprocesados en entornos clínicos, la investigación aún es limitada sobre cómo tratarla, controlarla o prevenirla mejor. La mayor parte del trabajo existente se ha centrado en investigar si la adicción a estos alimentos es realmente una afección real y los esfuerzos para crear guías clínicas están empezando.

Cabe destacar que la adicción a los alimentos ultraprocesados no está, todavía, oficialmente reconocida como un diagnóstico. Si lo estuviera, se podría generar mucha más investigación sobre cómo manejarla clínicamente. Existe cierto debate sobre si realmente necesitamos este nuevo diagnóstico, dado que los trastornos alimentarios ya están reconocidos. Sin embargo, las estadísticas cuentan una historia diferente: alrededor de 14 % de las personas podrían tener adicción a los alimentos ultraprocesados en comparación con aproximadamente 1 % de los trastornos alimentarios de tipo atracón. Esto sugiere que muchas personas con hábitos alimentarios problemáticos actualmente pasan desapercibidas con nuestras categorías de diagnóstico existentes. Lo que es aún más preocupante es que estas personas a menudo sufren problemas importantes y presentan diferencias cerebrales distintivas, incluso si no encajan perfectamente en un diagnóstico de trastorno alimentario existente. El reconocimiento oficial de la adicción a los alimentos ultraprocesados podría abrir nuevas vías de apoyo y conducir a mejores tratamientos destinados a reducir los patrones de alimentación compulsiva.

Las opciones de tratamiento para la adicción a los alimentos ultraprocesados aún se están explorando. La evidencia inicial sugiere que los medicamentos utilizados para tratar la adicción a las sustancias, como naltrexona y bupropión, también podrían ayudar con la adicción a los alimentos ultraprocesados. Los fármacos más nuevos, como los agonistas del receptor del péptido similar al glucagón-1, que parecen frenar los antojos de comida y controlar las conductas adictivas, también parecen prometedores. También se pueden utilizar enfoques psicosociales para abordar esta adicción. Las estrategias incluyen:

  • Ayudar a las personas a ser más conscientes de sus desencadenantes de patrones adictivos de consumo. Esto a menudo implica identificar ciertos tipos de alimentos, lugares o momentos específicos del día y estados emocionales particulares . Aumentar la conciencia de los desencadenantes personales puede ayudar a las personas a minimizar su exposición a estos y desarrollar estrategias de afrontamiento cuando surgen.
  • Muchas personas usan alimentos ultraprocesados para lidiar con emociones desafiantes. Ayudar a las personas a desarrollar estrategias más saludables para regular sus emociones puede ser clave. Esto puede incluir buscar apoyo social, llevar un diario, salir a caminar o practicar la atención plena.
  •  La adicción a los alimentos ultraprocesados puede estar asociada con patrones de alimentación erráticos e inconsistentes. La estabilización de los hábitos alimentarios mediante el consumo regular de comidas compuestas de alimentos mínimamente procesados (p. ej., verduras, frutas, proteínas de alta calidad, legumbres) puede ayudar a sanar el organismo y reducir la vulnerabilidad a los desencadenantes de los alimentos ultraprocesados.
  • Muchas personas con esta adicción tienen otras afecciones de salud mental existentes, como trastornos del estado de ánimo, ansiedad, trastornos por consumo de sustancias o trastornos relacionados con traumas. Abordar estas afecciones de salud mental coexistentes puede ayudar a reducir la dependencia de los alimentos ultraprocesados.

Las intervenciones de políticas públicas también pueden ayudar a proteger a las poblaciones vulnerables del desarrollo de la adicción a los alimentos ultraprocesados. Por ejemplo, existe apoyo a las políticas para proteger a las infancias de la publicidad de cigarrillos y para colocar etiquetas de advertencia claras sobre la adicción en los paquetes de cigarrillos. Se podría aplicar un enfoque similar para reducir los daños asociados con los alimentos ultraprocesados, en particular para los niños. Para combatir este creciente problema es necesario tratar a los alimentos ultraprocesados como otras sustancias adictivas. Al identificar la amenaza que plantean estos alimentos comunes, no solo podemos ayudar a los pacientes con adicción a los alimentos ultraprocesados, sino también evitar potencialmente el desarrollo de varias afecciones relacionadas con la dieta.
 

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