La presencia de un grupo de bacterias intestinales se ha asociado con síntomas depresivos. Los descubrimientos realizados por los investigadores han identificado microorganismos específicos presentes en el sistema digestivo que están involucrados en la síntesis de mensajeros químicos claves relacionados con la depresión.
A pesar de ser una de las principales causas de mortalidad con un enorme gasto económico, los orígenes biológicos de la depresión siguen siendo poco conocidos, ya que las causas no están claras y las opciones de tratamiento son limitadas. Se cree que el microbioma intestinal desempeña un papel en los trastornos depresivos, pero los mecanismos biológicos subyacentes están poco estudiados. Además, se sabe que tanto el microbioma como los niveles de síntomas depresivos varían sustancialmente entre grupos étnicos. Por lo tanto, cualquier intervención futura para la depresión dirigida al microbioma requiere una comprensión de las asociaciones microbioma-depresión entre razas.
Se han realizado dos estudios en los que se analizan grandes poblaciones de sujetos.
- Primer estudio: Jos Bosch y sus colegas estudiaron a un grupo de 3.211 personas de la cohorte de microbiomas del estudio Helius, que consta de seis grupos étnicos que viven en las zonas urbanas de Ámsterdam, incluidos holandeses, surinameses del sur de Asia, surinameses africanos, ghaneses, turcos y marroquíes. Al vincular los datos del microbiota con datos demográficos, conductuales y de depresión, los autores identificaron una firma microbiana predictiva de los síntomas depresivos que fue, en gran medida, invariable entre los grupos étnicos estudiados. Los resultados son solo novedosos en una pequeña parte, pero confirman los cambios en el microbioma ya descritos y lo hacen en una muestra de las más amplias hasta la fecha. Además, miden la gravedad de los síntomas depresivos y controlando la coexistencia de otras patologías y los efectos del tratamiento.
- Segundo estudio: Najaf Amin y colaboradores, compararon las características de la microbiota intestinal de 1.054 participantes de una cohorte separada en los Países Bajos, llamada la Cohorte de Rotterdam, y encontraron 13 taxones microbianos asociados con síntomas depresivos, como como Eggerthella, Subdoligranulum y Coprococcus. Después, estos hallazgos se replicaron en la cohorte del estudio Helius. Los autores encontraron que estas bacterias están involucradas en la síntesis de mensajeros químicos conocidos asociados con la depresión, como el glutamato, el butirato, la serotonina y el ácido gamma amino butírico (GABA). El microbioma fecal se estudió como representante del microbioma intestinal en ambos estudios.
Se identificaron cambios en las poblaciones bacterianas de las personas con depresión relacionados con microorganismos que producen glutamato y serotonina, entre otros neurotransmisores, que precisamente son de gran relevancia en la depresión. Además, estos cambios se mantienen más allá de las diferencias culturales, genéticas y de estilo de vida de distintos grupos étnicos.
Concluyen que “la implicación que tienen estos trabajos es que debemos añadir el microbiota intestinal como un factor más en la causa de la depresión".
Rosa del Campo, investigadora en el Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, y miembro del Grupo Especializado para el Estudio de la Microbiota Humana de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc-Gembiota), apunta una pega a estos trabajos: "Se basan en la composición de la microbiota. A través de los datos que han obtenido se infiere la producción/degradación de neurotransmisores, pero no se ha determinado la concentración de dichos neurotransmisores en heces o en suero, lo que sería fundamental para demostrarlo. Todos estos estudios se basan en el ADN de las heces para conocer la composición de las bacterias y a partir de ese dato se infiere la funcionalidad de esas bacterias, pero es necesario conocer el metaboloma final".
Aunque los impactos clínicos de estos hallazgos deben confirmarse experimentalmente, los dos estudios juntos refuerzan aún más el vínculo entre la composición del microbioma intestinal y la depresión, y sugieren que puede ser un objetivo útil para futuras terapias. "Todavía es muy pronto para hablar de tratamientos. Por una parte, hay indicios de que una dieta equilibrada (por ejemplo, la dieta mediterránea) puede mejorar la salud mental, aunque no es un tratamiento adecuado por sí solo para la depresión mayor. Por otra, sería prematuro y fantasioso plantearse a día de hoy el trasplante fecal como una alternativa terapéutica”.
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